Plagas
humanas
Fotografía de Judson Huss: Evening in the city, 1986
Por: el librero voyeur
Alfredo
Bryce Echenique, “Retrato de escritor con gato negro” en Guía triste de
París, Madrid, Punto de lectura, 2001, 239 pp. Roberto Bolaño, “El policía
de las ratas” en El gaucho insufrible,
Barcelona, Anagrama, 2009, 179 pp. José Sánchez Carbó, “El viejo” en La reunión de los patéticos, Puebla,
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2010, 173 pp.
A propósito de “plagas”, el saber común
se refiere a animales e insectos que afectan únicamente al hombre. Atendiendo al
diccionario (ver RAE en línea) confirmamos que nuestro idioma es un organismo en
desarrollo: “infortunios”, “abundancia de algo nocivo”, “enfermedades” y “pesares”
no hacen ya del hombre su blanco exclusivo. Vano esfuerzo resulta emparejar al idioma
agregando acepciones a cada palabra, este permanece muerto sin una reflexión a priori. Con un criterio amplio,
podemos afirmar que un ser vivo que afecta la vida de otro es una plaga. En
horas de mayor discernimiento, hijo de la experiencia, averiguamos que el
matrimonio es un infortunio; abandonar un anciano o un animal a su suerte,
causa pesares; y que la indiferencia ante un asesinato es una enfermedad
incurable.
La literatura, distanciándose de la
palabra muerta, funciona como un laboratorio donde plagas humanas son objeto de
estudio: ratas, escarabajos, cucarachas, perros y gatos, no sólo importunan a
los personajes de una ficción; también representan símbolos que revelan al
lector el verdadero desastre que sugiere un texto.
Daremos ejemplos concretos en tres
cuentos de autores latinoamericanos:
En “El viejo” del mexicano José Sánchez
Carbó (1970), un anciano de ochenta años queda bajo tutela de un solterón
empleado de anfiteatro. Convencido por Adriana, una novia que acaba de conocer,
el narrador protagonista acepta compartir su pequeño departamento con el viejo.
A los dos meses, la novia se muda sin avisar y nunca más se sabe de ella. Es
cuando el protagonista reflexiona sobre los motivos que lo llevaron a aceptar
el compromiso: la soledad, el deseo de ejercer el poder sobre alguien más, o
simple lujuria. Los problemas recién comienzan; el anciano despierta del
letargo causado por los somníferos que Adriana le daba; decide reclutar un
ejército de cucarachas para distraer a su coinquilino y así ganar tiempo…antes de ser abandonado otra vez.
“Retrato de escritor con gato negro”,
del peruano Alfredo Bryce Echenique (1939), nos sitúa en Francia, la Ciudad
Luz, donde un fallido escritor diserta sobre la higiene urbana, consecuencia de
sustituir perros, gatos y canarios por robots animalizados. Súbitamente es acorralado
por el ultimátum de su esposa: decidir entre ella, “mujer de alma y aspecto
cursi” o su gato Félix. La vida matrimonial termina por regir su destino y el
del gato, devorado por fieras tras ser abandonado en un oscuro bosque. Al falso
héroe romántico sólo le resta escribir un diario y un cuento con final feliz:
su alter ego, Rodrigo Gómez Sánchez, deposita a Gato Negro en buenas manos, no sin
la decidida ayuda de su amigo el Gordo Buenaventura.
El
eco de dos relatos kafkianos, “Josefina la Cantora” y “La madriguera”, nos
llega a través de “El policía de las ratas” del chileno Roberto Bolaño (1953-2003).
Siguiendo los preceptos del género detectivesco, Pepe el Tira es un roedor
solitario que ronda las alcantarillas y túneles de su comunidad, para
investigar una serie de misteriosos asesinatos. Sus jefes le ordenan no alterar
el orden y limitarse a cumplir sus rondas; sin embargo logra desenmascarar al
culpable, situación que sólo revelará algo peor: las ratas son capaces de
matarse entre sí, no por hambre; tan sólo por el placer de contemplar el
proceso de la muerte, y en virtud de ejercer su “libertad”.
En
la lectura de estos textos acudimos a una verdad irrefutable, de panorama poco
aleccionador: el ser humano es una plaga acorralada por sus propias pasiones. La
brevedad del cuento exigirá la competencia del escritor para representarlo a
través de símbolos, y del lector que haga una interpretación de los mismos.
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