sábado, 11 de agosto de 2012

reseñaSINdecorosas


Plagas humanas


Fotografía de Judson Huss: Evening in the city, 1986

Por: el librero voyeur
Alfredo Bryce Echenique, “Retrato de escritor con gato negro” en Guía triste de París, Madrid, Punto de lectura, 2001, 239 pp. Roberto Bolaño, “El policía de las ratas” en El gaucho insufrible, Barcelona, Anagrama, 2009, 179 pp. José Sánchez Carbó, “El viejo” en La reunión de los patéticos, Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2010, 173 pp.

A propósito de “plagas”, el saber común se refiere a animales e insectos que afectan únicamente al hombre. Atendiendo al diccionario (ver RAE en línea) confirmamos que nuestro idioma es un organismo en desarrollo: “infortunios”, “abundancia de algo nocivo”, “enfermedades” y “pesares” no hacen ya del hombre su blanco exclusivo. Vano esfuerzo resulta emparejar al idioma agregando acepciones a cada palabra, este permanece muerto sin una reflexión a priori. Con un criterio amplio, podemos afirmar que un ser vivo que afecta la vida de otro es una plaga. En horas de mayor discernimiento, hijo de la experiencia, averiguamos que el matrimonio es un infortunio; abandonar un anciano o un animal a su suerte, causa pesares; y que la indiferencia ante un asesinato es una enfermedad incurable.  

La literatura, distanciándose de la palabra muerta, funciona como un laboratorio donde plagas humanas son objeto de estudio: ratas, escarabajos, cucarachas, perros y gatos, no sólo importunan a los personajes de una ficción; también representan símbolos que revelan al lector el verdadero desastre que sugiere un texto.

Daremos ejemplos concretos en tres cuentos de autores latinoamericanos:

En “El viejo” del mexicano José Sánchez Carbó (1970), un anciano de ochenta años queda bajo tutela de un solterón empleado de anfiteatro. Convencido por Adriana, una novia que acaba de conocer, el narrador protagonista acepta compartir su pequeño departamento con el viejo. A los dos meses, la novia se muda sin avisar y nunca más se sabe de ella. Es cuando el protagonista reflexiona sobre los motivos que lo llevaron a aceptar el compromiso: la soledad, el deseo de ejercer el poder sobre alguien más, o simple lujuria. Los problemas recién comienzan; el anciano despierta del letargo causado por los somníferos que Adriana le daba; decide reclutar un ejército de cucarachas para distraer a su coinquilino y así ganar tiempo…antes de ser abandonado otra vez.

“Retrato de escritor con gato negro”, del peruano Alfredo Bryce Echenique (1939), nos sitúa en Francia, la Ciudad Luz, donde un fallido escritor diserta sobre la higiene urbana, consecuencia de sustituir perros, gatos y canarios por robots animalizados. Súbitamente es acorralado por el ultimátum de su esposa: decidir entre ella, “mujer de alma y aspecto cursi” o su gato Félix. La vida matrimonial termina por regir su destino y el del gato, devorado por fieras tras ser abandonado en un oscuro bosque. Al falso héroe romántico sólo le resta escribir un diario y un cuento con final feliz: su alter ego, Rodrigo Gómez Sánchez,  deposita a Gato Negro en buenas manos, no sin la decidida ayuda de su amigo el Gordo Buenaventura.

            El eco de dos relatos kafkianos, “Josefina la Cantora” y “La madriguera”, nos llega a través de “El policía de las ratas” del chileno Roberto Bolaño (1953-2003). Siguiendo los preceptos del género detectivesco, Pepe el Tira es un roedor solitario que ronda las alcantarillas y túneles de su comunidad, para investigar una serie de misteriosos asesinatos. Sus jefes le ordenan no alterar el orden y limitarse a cumplir sus rondas; sin embargo logra desenmascarar al culpable, situación que sólo revelará algo peor: las ratas son capaces de matarse entre sí, no por hambre; tan sólo por el placer de contemplar el proceso de la muerte, y en virtud de ejercer su “libertad”.

            En la lectura de estos textos acudimos a una verdad irrefutable, de panorama poco aleccionador: el ser humano es una plaga acorralada por sus propias pasiones. La brevedad del cuento exigirá la competencia del escritor para representarlo a través de símbolos, y del lector que haga una interpretación de los mismos.



librero.voyeur@hotmail.com

miércoles, 6 de junio de 2012

reseñaSINdecorosas

Una existencia posible
@eLIBREroVOYeur
David Toscana, Santa María del Circo, México, Debolsillo, 2004, 294 pp.
La novela bosqueja una idea desde sus primeras líneas, invitando a presenciar sus posibilidades: “Al abrir la puerta de la gerencia, encristalada de vidrios japoneses, Erdosain quiso retroceder; comprendió que estaba perdido, pero ya era tarde”. En Los siete locos de Roberto Arlt, el personaje vacila entre huir o asumir las consecuencias de un robo. La evasión, es una idea presente en la frase inicial de Santa María del Circo (1998), tercera novela de David Toscana (Monterrey 1961): “Natanael hubiera preferido que no amaneciera”. Atendamos dos verbos: “retroceder” y “preferir”. Ante su inminente destino, por demás desfavorable, una postura se apodera de ambos: elegir. David Toscana crea personajes que, a pesar de su entorno, desean elegir.
Honrar un legado literario, es dotar al personaje con la capacidad de elegir, porque hacerlo es señal de existencia. Poco importa que no consiga su propósito; se trata de encarnar una idea y llevarla hasta el límite. El asesinato y la traición, son elecciones que dan existencia a los personajes de Arlt. Los seres de David Toscana, ante situaciones realistas, optan por el absurdo: Una existencia como escritor y personaje, es la elección del hastiado oficinista de Estación Tula (1995). En El ejército iluminado (2006), un grupo de retardados deja su apacible vida en un instituto, para invadir Estados Unidos y recuperar Texas. En Santa María del Circo, una existencia posible en un pueblo desolado, es la promesa para que un grupo de cirqueros deje su vida nómada; sin embargo la función apenas comienza.
Toscana no necesita ir lejos, ubica el escenario al norte del país que tan bien conoce. Los hermanos Mantecón, empresarios del espectáculo, deciden separarse rumbo a Zacatecas; con Don Alejo se van los cirqueros en decadencia, deshechos humanos que la vida ha condenado a una carpa: un enano tuerto, con vocación de historiador y memoria prodigiosa; la mujer barbuda, rescatada de un viacrucis, a punto de ser crucificada; el hombre fuerte, en declive, que sólo persuade mediante su fuerza; una mujer narcisista, de abundante trasero y escasa materia gris, entre otros. El azar los coloca en el umbral de un pueblo fantasma; el motín contra Don Alejo es inevitable ante una existencia posible: habitar una casa y una identidad que el mundo les niega. Sin embargo, frente a la oportunidad de fundar un nuevo orden, de volver a empezar, reproducen el sistema que los ha excluido. Incapaces de vivir sin autoridad que decida por ellos, elijen al azar su nueva identidad, en medio de oficios habituales: cura, periodista, doctora y alcalde; también están los marginales, la prostituta y el esclavo, pues como afirma el mago: “no es posible vivir en un lugar donde todos seamos iguales”. El deseo de poder aumenta y el espectáculo sube de tono: el cura asciende a obispo, la periodista a historiadora, el agricultor a terrateniente y el militar a general. La condición humana se hace presente y la comparación con el mundo es inevitable: muerte, violencia extrema, rompimiento de espíritus y pasiones desatadas; no sin abundantes dosis de humor negro que desatan la carcajada.
La ficción que inventa un pasado también cuenta en la novela, hacerlo otorga una existencia: el enano presume abolengo español y la mujer barbuda se jacta de un tío que escribió para El País. Lo cual es importante para compararse y determinarse desde el otro. Los sucesos que se narran en Santa María del Circo serán fáciles de explicar, parten de lo cotidiano y aterrizan en el absurdo. También será fácil explicar por qué David Toscana es un escritor digno de leerse, otorga una existencia posible a la narrativa mexicana actual.

librero.voyeur@hotmail.com

domingo, 27 de mayo de 2012

Causa y sinrazón de los celos

                                    Roberto Arlt


Hay buenos muchachitos, con metejones de primera agua, que le amargan la vida a sus respectivas novias promoviendo tempestades de celos, que son realmente tormentas en vasos de agua, con lluvias de lágrimas y truenos de recriminaciones. Generalmente las mujeres son menos celosas que los hombres. Y si son inteligentes, aun cuando sean celosas, se cuidan muy bien de descubrir tal sentimiento, porque saben que la exposición de semejante debilidad las entrega atadas de pies y manos al fulano que les sorbió el seso. De cualquier manera; el sentimiento de los celos es digno de estudio, no por los disgustos que provoca, sino por lo que revela en cuanto a psicología individual.Puede establecerse esta regla: Cuanto menos mujeres ha tratado un individuo, más celoso es. La novedad del sentimiento amoroso conturba, casi asusta, y trastorna la vida de un individuo poco acostumbrado a tales descargas y cargas de emoción. La mujer llega a constituir para este sujeto un fenómeno divino, exclusivo. Se imagina que la suma de felicidad que ella suscita en él, puede proporcionársela a otro hombre; y entonces Fulano se toma la cabeza, espantado al pensar que toda "su" felicidad, está depositada en esa mujer, igual que en un banco. Ahora bien, en tiempos de crisis, ustedes saben perfectamente que los señores y señoras que tienen depósitos en instituciones bancarias, se precipitan a retirar sus depósitos, poseídos de la locura del pánico. Algo igual ocurre en el celoso. Con la diferencia que él piensa que si su "banco" quiebra, no podrá depositar su felicidad ya en ninguna parte. Siempre ocurre esta catástrofe mental con los pequeños financieros sin cancha y los pequeños enamorados sin experiencia.

Frecuentemente, también, el hombre es celoso de la mujer cuyo mecanismo psicológico no conoce. Ahora bien: para conocer el mecanismo psicológico de la mujer, hay que tratar a muchas, y no elegir precisamente a las ingenuas para enamorarse, sino a las "vivas", las astutas y las desvergonzadas, porque ellas son fuente de enseñanzas maravillosas para un hombre sin experiencia, y le enseñan (involuntariamente, por supuesto) los mil resortes y engranajes de que "puede" componerse el alma femenina. (Conste que digo "de que puede componerse", no de que se compone.)

Los pequeños enamorados, como los pequeños financistas, tienen en su capital de amor una sensibilidad tan prodigiosa, que hay mujeres que se desesperan de encontrarse frente a un hombre a quien quieren, pero que les atormenta la vida con sus estupideces infundadas.

Los celos constituyen un sentimiento inferior, bajuno. El hombre, cela casi siempre a la mujer que no conoce, que no ha estudiado, y que casi siempre es superior intelectualmente a él. En síntesis, el celo es la envidia al revés.Lo más grave en la demostración de los celos es que el individuo, involuntariamente, se pone a merced de la mujer. La mujer en ese caso, puede hacer de él lo que se le antoja. Lo maneja a su voluntad. El celo (miedo de que ella lo abandone o prefiera a otro) pone de manifiesto la débil naturaleza del celoso, su pasión extrema, y su falta de discernimiento. Y un hombre inteligente, jamás le demuestra celos a una mujer, ni cuando es celoso. Se guarda prudentemente sus sentimientos; y ese acto de voluntad repetido continuamente en las relaciones con el ser que ama, termina por colocarle en un plano superior al de ella, hasta que al llegar a determinado punto de control interior, el individuo "llega a saber que puede prescindir de esa mujer el día que ella no proceda con él como es debido".

A su vez la mujer, que es sagaz e intuitiva, termina por darse cuenta de que con una naturaleza tan sólidamente plantada no se puede jugar, y entonces las relaciones entre ambos sexos se desarrollan con una normalidad que raras veces deja algo que desear, o terminan para mejor tranquilidad de ambos.
Claro está que para saber ocultar diestramente los sentimientos subterráneos que nos sacuden, es menester un entrenamiento largo, una educación de práctica de la voluntad. Esta educación "práctica de la voluntad" es frecuentísima entre las mujeres. Todos los días nos encontramos con muchachas que han educado su voluntad y sus intereses de tal manera que envejecen a la espera de marido, en celibato rigurosamente mantenido. Se dicen: "Algún día llegará". Y en algunos casos llega, efectivamente, el individuo que se las llevará contento y bailando para el Registro Civil, que debía denominarse "Registro de la Propiedad Femenina".

Sólo las mujeres muy ignorantes y muy brutas son celosas.
El resto, clase media, superior, por excepción alberga semejante sentimiento. Durante el noviazgo muchas mujeres aparentan ser celosas; algunas también lo son, efectivamente. Pero en aquellas que aparentan celos, descubrimos que el celo es un sentimiento cuya finalidad es demostrar amor intenso inexistente, hacia un_ bobalicón que sólo cree en el amor cuando el amor va acompañado de celos. Ciertamente, hay individuos que no creen en el afecto, si el cariño no va acompañado de comedietas vulgares, como son, en realidad, las que constituyen los celos, pues jamás resuelven nada serio.

Las señoras casadas, al cabo de media docena de años de matrimonio (algunas antes), pierden por completo los celos. Algunas, cuando barruntan que los esposos tienen aventurillas de géneros dudosos, dicen, en círculos de amigas: -Los hombres son como los chicos grandes. Hay que dejar que se distraigan. También una no los va a tener todo el día pegados a las faldas... Y los "chicos grandes" se divierten. Más aún, se olvidan de que un día fueron celosos... Pero este es tema para otra oportunidad.

Roberto Arlt
Aguafuertes porteñas (1958)

viernes, 3 de febrero de 2012

El amigo librero, de Hernán Casciari


Vouyereando en google me encontré con la página http://www.lalibreriadejavier.com/.  En este sitio me recomendaron al autor Hernán Casciari http://orsai.bitacoras.com/el-autor. He leído algunas reseñas de sus libros y me gustaría conseguirlos. 

A propósito de quienes han tenido el sueño romántico de trabajar en una librería para pasársela leyendo sin interrupciones; sepan que esto es un mito ¿Y entonces por qué chingaos sigues trabajando en una Federico? Después de cuatro años y un poco más...comisiones que nunca llegaron, jefaturas de departamento con aumento de trabajo sin salario extra (tipo Güalmart), despido injustificado por un par de imbéciles administrativos de la librería El Ático, y sigo aquí....

"Eso sí [...] Nunca leí menos en mi vida que en mi época de librero. Pero a la vez fui, muchísimas veces, el puente entre un buen libro y su justo lector. Y eso, te lo digo de verdad, gordito puto, eso no me lo quita nadie": Hernán Casciari

Nota Voyeur: A propósito, se nota que el autor ha trabajado en una librería de Barcelona o Buenos Aires; pero ignora la tranquilidad que da el tránsito de lectores en las librerías mexicanas. Y mucho menos ha trabajado en una biblioteca emprendedora.

Aquí se los dejo


El amigo librero

Algunos sueñan con renunciar a todo para abrir un bar en Brasil y andar en patas todo el día —me decía Chiri en una larguísima sobremesa que duró un año—. Mi sueño loco siempre fue tener una librería y fumar en pipa, vos lo sabés. Sin embargo ignoraba todo del oficio hasta que decidí dar el salto y convertirme en librero. Ser librero es un oficio jodido, peligroso. Así como el mejor dealer es aquel que no consume la droga que vende, el mejor librero es el que no lee nada. Yo fui un librero muy vicioso.

I.

Creía —me decía Chiri, cada vez más borracho— que ser librero iba a darme tiempo para leer las últimas novelas de Bolaño o de Vila-Matas sin pagar por ellas, con el tiempo a mi favor, sin que nadie me rompiera las pelotas.

—¿Pero no? —pregunté.

¡Ni en pedo! Una librería es como una ferretería, como una concesionaria de autos o un supermercado; es una industria sujeta a la dictadura del debe y el haber. Cuando me gasté toda la guita en la librería, cuando ya estaba endeudado, supe que en realidad yo no quería ser librero.

—¿Qué querías ser?

Bibliotecario.

—Qué pajerto…

En serio. Mis horas empezaron a consumirse en tareas administrativas y contables y, para peor, a las grandes editoriales no les interesa interactuar con librerías chiquitas, independientes. Las miran con desdén.
¿Cómo les explicaba yo a mis clientes que el best-seller que acababa de salir, apilado en impresionantes columnas en casi todos los Carrefour de Buenos Aires, no llegaba a mis estantes porque a las editoriales del orto sólo les importa distribuir en los supermercados?

—Te está saliendo espuma por la boca, calmáte.

Para subsistir con dignidad —me decía Chiri, que ya había empezado a tomar de mi botella— tenía que vender muchos libros, y los libros que más se vendían, oh paradoja, no eran los que a mí me interesaba vender.

—¿Te acordás que yo te llamaba por teléfono en marzo y vos nunca podías hablar? —recordé.

¡Ah, la temporada escolar! —gritó Chiri, subiéndose arriba de la mesa del patio— ¡Qué mierda más grande! Treinta días en los que no había tiempo para respirar; lo único que hacía era despachar libros a la velocidad de esas máquinas que disparan pelotitas de tenis. Todo eso con un margen de ganancia ridículo y soportando a padres y a maestras poseídos por el demonio. Una garcha.

—Pero otras veces te notaba contento.

Es que cuando sos librero también te pasan cosas buenas, Jorgito —Chiri me dice Jorge, nunca le pregunté por qué—. En cada desventaja aparecen oportunidades que vienen manteniendo en pie a todos los libreros independientes del mundo. ¿Sabés que es lo mejor? El trato personal con el cliente que lee de verdad.
Ése es el punto, creo yo, en el que el oficio de librero recupera toda su grandeza y su arte, y en el que las librerías dejan de ser un negocio expendedor de libros para convertirse en otra cosa. Porque el libro es un objeto hermoso, igual que la revista que queremos hacer, y merece una atención especial, y porque todavía hay clientes que confían en el librero como quien confía en su médico de cabecera.

—Acá en Sant Celoni hay dos librerías así, con libreros apasionados y buena gente —dije.

En todas partes hay una. Yo aprendí mucho de los buenos clientes de mi librería de Luján —me dijo Chiri emocionado, mientras intentaba besarme—. Los buenos clientes fueron, en realidad, quienes obraron el milagro de que pudiera sostener una librería durante varios años, y quienes a la vez permiten que esa misma librería todavía siga en pie, en otras manos y a paso firme.

Eso sí —dijo al final, justo antes de caerse entre unos helechos—. Nunca leí menos en mi vida que en mi época de librero. Pero a la vez fui, muchísimas veces, el puente entre un buen libro y su justo lector. Y eso, te lo digo de verdad, gordito puto, eso no me lo quita nadie.


miércoles, 16 de noviembre de 2011

LA IGNORANCIA TAMBIÉN SE ENCUERA: VEA EL SHOW DE ¡SÓLO PARA LECTORES!

CONTESTA EL MAYOR NÚMERO DE PREGUNTAS Y GÁNATE DOS BOLETOS PARA EL CONCIERTO DE B.I. EN EL CCU
FECHA DEL CONCIERTO: VIERNES 18 DE NOVIEMBRE   20:00 HRS., COMPLEJO CULTURAL UNIVERSITARIO
INSTRUCCIONES
El que conteste más preguntas acertadamente, se los lleva.
No sea huevón…o huevona (aquí no se discrimina a nadie), asómese al blog LA CIUDAD DE LAS INFINITAS AVENIDAS http://federico-flores.blogspot.com/ : tres de las cinco preguntas se contestan leyendo su contenido.
La fecha límite para mandarme sus respuestas,  es el jueves 17 de noviembre, a las 24:00 hrs. Todos recibirán respuesta; pero sólo uno se lleva los boletos.
Mándalas a librero.voyeur@hotmail.com, o deja las respuestas, o comentarios si le gustó el contenido, en el Blog.
Los boletos se entregarán en la Librería Universitaria, Sucursal Centro. Av. Juan de Palafox y Mendoza No. 229. El día del concierto, a partir de las 14:00 hrs.
Las preguntas tienen el siguiente criterio: son influidas por el gusto literario del creador del blog.
No se desanime porque tenga que leer; en ésta ocasión vale la pena para que se vaya al concierto.  
1)      Título de la obra central de Macedonio Fernández
2)      Nombre del hospicio que aparece en el cuento de David Toscana, “Princesas y luchadores”
3)      Nombre del único libro de poemas de David Toscana (esta respuesta vale triple)
4)      Nombra las tres novelas que conforman el primer ciclo narrativo de Roberto Arlt
5)      Nombra el título de la novela que utiliza el protagonista de El último lector, de David Toscana, para explicar la aparición de la niña muerta en el pozo de su hijo
 

domingo, 9 de octubre de 2011

La tristeza de los domingos por la tarde

Querido lector:

Una vez más llegó a su fin otra semana...es domingo. 

Supongo que estarás viendo la televisión, quizá en el facebook, bebiendo las gotas de lo que fue una promesa...la agitación causada por la llegada del viernes.

Como en la fiesta de ayer, a eso de las cinco de la mañana, te has dado cuenta que todo sigue igual.

¿Te has preguntado por qué éste día, y éstas horas, se vuelven difíciles de soportar? 

jueves, 8 de septiembre de 2011

MACEDONIO FERNÁNDEZ (1995)

MACEDONIO FERNÁNDEZ (1995) es el título de un documental dirigido por Andrés di Tella y producido por la Secretaría de Cultura de Buenos Aires. Ricardo Piglia,  como guionista y actor, nos guía por el Buenos Aires de Macedonio Fernández. El resultado es una inolvidable investigación sobre la topografía urbana y el recuerdo, dos de las materias con que se nutre la literatura.
Piglia convierte la gestación de su novela LA CIUDAD AUSENTE (1992) y el proceso creativo de la ópera en dos actos de Gerardo Gandini (basada en la novela), en una película sobre su visión personal de Macedonio Fernández.
Incluye testimonios de Adolfo de Obieta, Roberto Jacoby, Ricardo Zelarrayán, Gerardo Gandini, Carlos Boccardo, Germán García. Duración apróximada de 45 minutos, aquí la primera parte: