miércoles, 6 de junio de 2012

reseñaSINdecorosas

Una existencia posible
@eLIBREroVOYeur
David Toscana, Santa María del Circo, México, Debolsillo, 2004, 294 pp.
La novela bosqueja una idea desde sus primeras líneas, invitando a presenciar sus posibilidades: “Al abrir la puerta de la gerencia, encristalada de vidrios japoneses, Erdosain quiso retroceder; comprendió que estaba perdido, pero ya era tarde”. En Los siete locos de Roberto Arlt, el personaje vacila entre huir o asumir las consecuencias de un robo. La evasión, es una idea presente en la frase inicial de Santa María del Circo (1998), tercera novela de David Toscana (Monterrey 1961): “Natanael hubiera preferido que no amaneciera”. Atendamos dos verbos: “retroceder” y “preferir”. Ante su inminente destino, por demás desfavorable, una postura se apodera de ambos: elegir. David Toscana crea personajes que, a pesar de su entorno, desean elegir.
Honrar un legado literario, es dotar al personaje con la capacidad de elegir, porque hacerlo es señal de existencia. Poco importa que no consiga su propósito; se trata de encarnar una idea y llevarla hasta el límite. El asesinato y la traición, son elecciones que dan existencia a los personajes de Arlt. Los seres de David Toscana, ante situaciones realistas, optan por el absurdo: Una existencia como escritor y personaje, es la elección del hastiado oficinista de Estación Tula (1995). En El ejército iluminado (2006), un grupo de retardados deja su apacible vida en un instituto, para invadir Estados Unidos y recuperar Texas. En Santa María del Circo, una existencia posible en un pueblo desolado, es la promesa para que un grupo de cirqueros deje su vida nómada; sin embargo la función apenas comienza.
Toscana no necesita ir lejos, ubica el escenario al norte del país que tan bien conoce. Los hermanos Mantecón, empresarios del espectáculo, deciden separarse rumbo a Zacatecas; con Don Alejo se van los cirqueros en decadencia, deshechos humanos que la vida ha condenado a una carpa: un enano tuerto, con vocación de historiador y memoria prodigiosa; la mujer barbuda, rescatada de un viacrucis, a punto de ser crucificada; el hombre fuerte, en declive, que sólo persuade mediante su fuerza; una mujer narcisista, de abundante trasero y escasa materia gris, entre otros. El azar los coloca en el umbral de un pueblo fantasma; el motín contra Don Alejo es inevitable ante una existencia posible: habitar una casa y una identidad que el mundo les niega. Sin embargo, frente a la oportunidad de fundar un nuevo orden, de volver a empezar, reproducen el sistema que los ha excluido. Incapaces de vivir sin autoridad que decida por ellos, elijen al azar su nueva identidad, en medio de oficios habituales: cura, periodista, doctora y alcalde; también están los marginales, la prostituta y el esclavo, pues como afirma el mago: “no es posible vivir en un lugar donde todos seamos iguales”. El deseo de poder aumenta y el espectáculo sube de tono: el cura asciende a obispo, la periodista a historiadora, el agricultor a terrateniente y el militar a general. La condición humana se hace presente y la comparación con el mundo es inevitable: muerte, violencia extrema, rompimiento de espíritus y pasiones desatadas; no sin abundantes dosis de humor negro que desatan la carcajada.
La ficción que inventa un pasado también cuenta en la novela, hacerlo otorga una existencia: el enano presume abolengo español y la mujer barbuda se jacta de un tío que escribió para El País. Lo cual es importante para compararse y determinarse desde el otro. Los sucesos que se narran en Santa María del Circo serán fáciles de explicar, parten de lo cotidiano y aterrizan en el absurdo. También será fácil explicar por qué David Toscana es un escritor digno de leerse, otorga una existencia posible a la narrativa mexicana actual.

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